Hoy os traigo una de esas recetas que te transportan a un bar de los de toda la vida, con servilletas en el suelo, caña bien tirada y el camarero llamándote “miarma”. Vamos, que si las haces en casa, te montas la taberna tú solito.
Elaboración
Estas pavías de bacalao tienen todo lo que nos gusta: una buena fritura, un rebozado con gracia y ese sabor a cocina de bar que alegra el alma. La clave está en el punto del bacalao y en esa mezcla cremosa que lo envuelve antes del chapuzón en aceite.
No te preocupes, que aquí te lo explico paso a paso, sin líos ni florituras.
- Desalado con paciencia y amor. Si tienes bacalao salado, toca darle un bañito. Sumérgelo en agua fría, mételo en el frigo y cámbiale el agua cada dos horas durante unas 12 horas. No seas impaciente, que esto merece mimo.
- Vamos con la tempura canalla. En un bol, bate dos huevos con una pizca de sal y un poco de pimienta. Añade harina hasta que la mezcla tenga textura de crema espesa (sí, de esa que cae con estilo). Luego, un poquito de levadura, cúrcuma para que brille como el sol de Sevilla y perejil picado fino.
- ¡A embadurnar se ha dicho! Coge tus lomitos de bacalao y mételos en la mezcla. Que se empapen bien, como si fueran de feria y se estuvieran poniendo guapos.
- Fritanga bien hecha. Calienta abundante aceite de oliva virgen extra (nada de medias tintas) y fríe las pavías hasta que estén doradas y crujientitas. Que suene ese chisporroteo rico y huela a gloria.
- A escurrir y a disfrutar. Saca las pavías y déjalas sobre papel de cocina para quitar el exceso de aceite. Sírvelas calentitas, con un chorrito de limón si te va la marcha.
Resultado
¡Pura fantasía! Crujientes, sabrosas y con ese sabor a receta de abuela pero con un toque diferente.



¿Te atreves con más? Recuerda que en el blog tienes más recetas igual de sabrosas y fáciles.