Os voy a contar un secreto que solo saben quiénes mejor me conocen: cocinar me chifla, pero recoger… ¡Ay, madre mía, recoger! No me gusta nada de nada. Si por mí fuera, me buscaba un duende como Doby, el de Harry Potter, para que me ayudara a limpiar todo lo que voy ensuciando en la cocina.
Por suerte, no soy un malvado mago de Slythering, pero he de reconocer que sí que cuento con algo de magia en mi cocina para dejarlo todo impecable: El Milagrito. ¡Qué espectáculo de producto! Hay que ver cómo lo deja todo en un plis plas.
Por eso, cuando me llamaron para hacer con ellos el taller de cocina “Milagroso bienestar”, no me lo pensé ni un segundo: agarré mi Nimbus 2000 y en un abrir y cerrar de ojos me planté en sus oficinas centrales. Veeeenga, vale, me dejo ya de trucos de magia que se me está yendo de las manos.
El caso es que pasé un día maravilloso con todo su equipo, no solo el que trabaja en su sede de Dos Hermanas, sino gran parte de la plantilla repartida por toda España. Hicimos recetas riquísimas y, sobre todo, saludables, como un wok de verduras y quinoa Brillante, unos tacos de caballa al natural y de postre un vasito de avena Brillante y yogur. Ya sabéis, recetas sencillas, divertidas y deliciosas de las que a mí me encantan.
Además, durante el tiempo que estuve entre fogones, tuve la oportunidad de compartir con el equipo de Fabrienvat lo importante que es para mí la actitud y el buen ambiente en el trabajo; algo que, según pude comprobar en mis propias carnes, ¡allí controlan estupendamente! Fijaos lo bien que controlan el buen rollo entre compañeros, que después de mi showcooking, se fueron de comida de empresa.
La verdad que es una suerte contar con una empresa que tiene un equipo tan maravilloso, con unos valores tan claros y, sobre todo, con un producto tan eficaz. Qué digo eficaz… ¡Milagroso!
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